jueves, enero 04, 2018

EL GRAN SHOWMAN (THE GREATESTSHOWMAN)



 
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Una celebración de entretenimiento. Esto es lo que ofrece ni más ni menos este suntuoso y un tanto manierístico musical inspirado muy libremente en la biografía de un personaje singular, Phineas Taylor Barnum (1810-1891) empresario del espectáculo padre del concepto del circo moderno (su Barnum & Bailey Circus fue pionero) que encarna un enérgico Hugo Jackman. Canciones con efecto y algunas realmente logradas, coreografías historiadas, una ambientación del Nuez York del siglo XIX más de cuento de hadas que realista y una historia de superación y con mensaje de tolerancia (aunque un tanto simplista) envuelven a una película que cumple lo que promete, que no es otra cosa que recordarnos que el mundo del espectáculo (representado aquí por el incipiente negocio circense) es algo hecho para hacer feliz a la gente y generar ilusión. Y es que este filme, pese a que no será un musical excesivamente memorable consigue transmitir una enorme sensación de optimismo gracias principalmente al excelente trabajo de Hugh Jackman (que se reivindica en su faceta de cantante y con nota) y con un guión plácido y lineal que si bien dulcifica y fantasea demasiado con la figura real de Barnum - en realidad un oportunista y un explotador- no cae en un espectáculo excesivo ni engolado gracias precisamente a que invita al espectador no tomarse demasiado en serio este biopic ya que enseguida enseña sus cartas de cuento ilustrado y todos los recursos habituales del cine – y el teatro- musical, que como ya se sabe  precisan de la entrega del espectador, algo que esta película consigue.   

Asistimos a los primeros pasos de Barnum dentro del mundo del espectáculo con su curioso American Museum, un local en donde primero exhibía figuras de cera y rarezas disecadas y más tarde personas con “características peculiares” (siameses, enanos, mujeres barbudas) y las primeras tracciones circenses (trapecistas, acróbatas) y paralelamente su vida familiar y sentimental, rasgo este demasiado tópico en este filme y presentado junto a su condición de hombre hecho a si mismo conformando una parábola tal vez demasiado vista. Aunque tengan poca correspondencia con la historia real y algunos personajes sean inventados,la galería de secundarios, especialmente los artistas del circo, es de recibo: la mujer barbuda Leite Lutz (Keale Settle), el mítico enano General Tom Thumb (Pulgarcito) (Sam Humphrey) o la bella trapecista Anne Wheeler (la cantante Zendaya) son algunos de los miembros más prominentes de la troupe de Barnum y tienenn su momento en la película y en las canciones. Michelle Williams se dedica a cumplir con convicción como la esposa de Barnum, mientras que Rebecca Fergusson encarna demasiado rutinariamente a un personaje esencial en la biografía de Barnum como fue la cantante lírica sueca y protegida del empresario en su primera gira por EEUU Jenny Lind y Zac Efron se mete en la piel de Philip Carlyle, jóven dramaturgo metido a socio de Barnum -que es en realidad un trasunto del verdadero socio de Barnum, James Bailey- un personaje que pone una poco convincente nota romántico-amorosa en el filme. Las canciones y los números musicales del filme logran estar a la altura de las circunstancias aunque suenen algo repetitivas (aparecen las mismas varias veces), destacando alguna realmente sublime. Un homenaje al espectáculo, en definitiva, eficaz y deslumbrante.    

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