jueves, agosto 25, 2016

PASTEL DE PERA CON LAVANDA (LE GOÙT DES MERVEILLES)


    


*** y 1/2

Siempre es difícil hacer un melodrama romántico sin caer en el cliché y la sensiblería pero cuando un cineasta se esfuerza por hacer un filme honesto e inteligente bajo esas coordenadas la cosa puede salir muy bien. Este es el caso de este melodrama-comedia de Eric Besnard, una película que si bien puede resultar un tanto maniquea y previsible en su condición de filme romántico sobre encuentros inesperados que ponen una situación de partida patas arriba, resulta además de agradable de ver muy inteligente y con un muy bien llevado toque costumbrista francés que trata de huir de los convencionalismos de Hollywood en este tipo de cine aunque al final lleve a cabo alguna que otra concesión y el final del  la historia sea tópica y poco creíble. La relación entre Louise (Virginia Efra) un joven viuda madre de familia que trata de sacar adelante a trancas y barrancas su negocio de repostería y alimentación ecológica, y Pierre (Benjamin Lahverne), un misterioso joven al que atropella sin mayores consecuencias y que se instala con ella y su familia en su casa de campo durante un tiempo es el punto de partida de una historia curiosa y bien contada que nos acerca la poco conocida realidad de las personas que carecen la derivación del autismo conocida como Síndrome de Asperger, como es el caso de Pierre, un hombre incapaz de mostrar los sentimientos como nosotros los conocemos y que expresa todos sus pensamientos sin importarle las reacciones de los demás.


Con una bonita fotografía y una esforzada puesta en escena, la película se deja ver en todo momento atesorando muy buenos instantes principalmente gracias a sus más que eficaz reparto, pero también es cierto que la trama resulta irregular en no pocos momentos y que se hecha en falta una mayor profundidad dramática, sacrificada aquí por los elementos de comedia, que pese a todo están muy bien logrados e insertos en el momento oportuno. Lo peor de todo no obstante es que la resolución de la historia se antoja previsible y la sensación final es de que la película ha sucumbido a lo previsible, pero no por ello Le Goût des Marveilles es una película que deba dejar de verse ya que la sensación que deja en el espectador es de total placidez.            

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