jueves, marzo 19, 2015

El Aparatito Lumiere CALVARY / SELMA





 CALVARY

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Modesto y honesto drama psicológico-social que esperemos que no pase desapercibido por el público ya que merece la pena verse. Una crónica de miedo a la muerte, inquinas, chivos expiatorios, malentendidos, recelos y traumas personales en un pequeño pueblo irlandés en donde la figura de un sacerdote católico, el padre James Lavelle (Brendan Gleeson), parece ser la diana de sentimientos de rechazo por parte de algunos feligreses y vecinos sin que él ni nosotros sepamos exactamente por que al tiempo que se advierte que esos sentimientos tal vez sean infundados ya que este cura sexagenario de vocación tardía dedicado a ayudar a sus vecinos no parece ser una persona particularmente detestable. Una amenaza anónima de muerte en el confesionario por parte de un feligrés víctima cuando era niño de los abusos sexuales de un sacerdote desencadena en el Padre James una serie de sentimientos encontrados durante la semana que transcurre desde la amenaza hasta el momento en el que el asesino piensa matar al clérigo. Obsesionado en descubrir entre sus vecinos a la persona que le ha amenazado, el Padre James pronto se dará cuenta que la aldea costera irlandesa en la que reside no es el pueblo idílico en el que creía vivir y que sus habitantes viven marcados por la desesperación, el odio, los conflictos y la apatía. Un descubrimiento que hará acrecentar su terror a un fatal desenlace.


Sin grandes alardes técnicos y narrativos y sin gran pompa filosófica ni intelectual, Calvary  pretende ser un drama psicológico sencillo pero sugerente y lo consigue con creces gracias al estupendo trabajo de Brendan Gleeson y una interesante galería de personajes secundarios tan creíbles como melancólicos. No es un filme religioso sino más bien humanista que viene a demostrar como a veces la injusticia puede triunfar y como el fracaso no merecido es ineludible si tu enemigo se empeña en ello con todas sus fuerzas. Una película más amarga que dulce que da que pensar y que demuestra la enorme fuerza de las historias al límite por sencillas que algunas de estas parezcan.   



  
SELMA

*** y 1//2

Ha tardado mucho la figura de Martin Luther King en ser tratada como Dios manda por el séptimo arte y ha tenido que ser un producción independiente de mediano presupuesto la que ha recordado a EEUU y al mundo entero no solo la importancia de King en la lucha por la consecución de los derechos de la población negra en EEUU sino también uno de los más significativos y decisivos (y trágicos) acontecimientos de la historia reciente norteamericana: las marchas pacíficas civiles promovidas por King entre las localidades del estado de Alabama de Selma y Montgomery en marzo de 1965 y dentro de ellas el Domingo Sangriento del 7 de marzo que acabó con brutales cargas policiales que dejaron 67 heridos, además de varios asesinatos los días anteriores y posteriores de personas negras y blancas que apoyaban las marchas y la campaña de Martin Luther King en aquellos días por conseguir normalizar el voto negro en el por entonces racista estado sureño de Alabama, algo que en realidad era la punta de lanza para conseguir que los derechos de la población afroamericana fuesen los mismos que los de la población blanca.  La prometedora directora Ava DuVernay -la primera realizadora negra que ha conseguido colocar un filme en las nominaciones del Oscar a la mejor película- ha conseguido algo más que un fresco histórico merced a una exquisita puesta en escena y una magnífica dirección de actores, todo ello con una estupenda ambientación y un atractivo poderío visual que trata de homenajear a King y a todos aquellos (blancos y negros) que hace 50 años lucharon en EEUU por los derechos de la población afroamericana y por diferentes derechos civiles, en ese sentido es notable especialmente el cariño con el que la directora trata a sus antepasados negros y a toda su cultura basada en la religiosidad, la música soul y gospel, y la lealtad a su gente,  así como subraya con una mezcla delicadeza y de firme denuncia al humillante situación que aún vivían en un país que se las daba de padre de la democracia moderna.

Martin Luther King, interpretado aquí curiosamente por un actor afrobritánico, David Oyelowo (visto en El Mayordomo e Interestellar) aparece aquí como un infatigable luchador con su punto de debilidad basado en su temor al fracaso, la incomprensión muchas veces por parte de los suyos y en la dificultad por mantener una vida familiar normal a causa de las amenazas vividas y los sinsabores por su activismo político. Es realmente interesante el trabajo de Oyelowo dentro de un reparto coral repleto de rostros afroamericanos en alza (Carmen Ejogo- otra actriz británica, encarnando a Coretta King-, André Holland, Lorraine Toussant, Stephan James, Wendell Pierce, el rapero Common) o ya más que consolidados (Cuba Gooding Jr., Oprah Winfrey) además de una buena galería de actores blanquitos (Tom Wilkinson, Tim Roth, Giovanni Ribisi, Dylan Baker, Martin Sheen). Renunciando a cualquier estructura de epopeya fácil, la película apuesta por el realismo y la crudeza con imágenes muchas veces impactantes (la explosión de los primeros compases del filme, las cargas en el Domingo sangriento, el asesinato de Jaime Lee Jackson) y un uso eficaz de la violencia tal y como ocurrió aquellos días, todo ello bajo el prisma de un inteligente filme de memoria y denuncia histórica, especialmente cuando se trata de plasmar la repugnante actitud racista de la ciudadanía sureña con la población negra en los años 60 y el dubitativo y ambiguo papel del gobierno USA en aquellos años, presidido por Lyndon B. Johnson (interpretado por Tom Wilkinson) y empeñado inicialmente en que el FBI investigase a King como un vulgar agitador y delincuente. Una estupenda película tal vez lastrada por un ritmo narrativo incierto y un exceso de personajes pero que cumple con creces su misión de mantener viva parte de la memoria histórica norteamericana y además haciendo más que buen cine.

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