lunes, septiembre 01, 2014

El Aparatito Lumiere LUCY






LUCY

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Sorprende de una manera insólita el nuevo filme del galo Luc Besson (Subway, El Gran Azul, Nikita, El Profesional) un director de vocación internacional del que en los 80 se esperaba mucho pero que año tras año fue defraudando las expectativas con filmes que trataban de parecerse a producciones norteamericanas cultivando de manera irregular y también un tanto caótica en cada película géneros como el cine de acción, la ficción policial, la fantasía o la ciencia-ficción. Pero en esta ocasión, el muchas veces vendedor de humo Besson ha sorprendido y muy gratamente con esta cinta de ficción científica de escasa duración (no llega a 90 minutos) con pretensiones un tanto filosóficas pero comedidas y efectivas y una factura visual soberbia y casi perfecta puesta al servicio de los intríngulis de una historia más compleja de lo que parece y que puede crear división de opiniones: a unos les parecerá un tostón, a otros una tomadura de pelo y a otros les parecerá un soberbio trabajo que trata de aunar el cine de entretenimiento con la elucubración científica con concomitancias intelectuales de alto calado a lo Arthur C. Clarke pero dejando que la imaginación se desborde en todo momento ofreciendo instantes magistrales a los que conviene entregarse para no perder un ápice del sentido de la historia: este que suscribe se encuadra en este último grupo.    

Con un reparto internacional como en la mayoría de las producciones francesas de Luc Besson, Lucy es una película extraña en el desarrollo y transcurso de su historia que ya desde el primer momento trata de deslumbrar y de sorprender al espectador pero no con efectos especiales vistosos ni con explosiones ni con acción barata, sino con momentos de impacto visual y argumental que establecen las bases de una historia que cada vez se vuelve mas delirante y que va evolucionando hasta convertirse en un display en imágenes del alucinante “viaje” al que su protagonista, la Lucy del título, se somete accidentalmente y que trasciende cualquier límite humano, espacial o material mientras que ella se entrega a una nueva condición que va cambiando a medida que avanza el metraje y de la que hace partícipe al  espectador. Aunque su temática pueda pecar de excesiva y absurdamente ambiciosa -en ese sentido la influencia visual y conceptual del Stanley Kubrick de 2001: Una Odisea Espacial  es clara-  todo esta manejado con inteligencia y sin demasiados adornos. Diálogos justos y mucha insinuación narrativa en una película que además del tandem Kubrick-Clarke bebe del Alejandro Jodorowsky comiquero (notable influencia de El Incal), la ciencia-ficción ciberpunk de William Gibson y  el cine negro francés. Los efectos especiales se llevan la palma, pero ojo, siempre están al servicio del peculiar devenir de la historia.


Scarlett Johansson da vida con pulcritud y credibilidad a la heroína del filme, una joven accidentalmente metida en una trama de narcotráfico en Taiwán a la que implantan la extraña droga con la que un amigo estaba comerciando: una sustancia azul- codiciada por unos mafiosos coreanos-  que pronto le hará utilizar su capacidad cerebral más allá del 10% utilizada habitualmente por los seres humanos. Con poderes que van aumentando por horas conforme su capacidad cerebral va creciendo, Lucy decide visitar a un científico especialista en actividad cerebral (Morgan Freeman) para que le ayude en lo que parece una pérdida de humanidad en toda regla… ¿o es una evolución en algo más? Que nadie espera un filme de acción o una película de superhéroes porque el chasco que se van a llevar es mayúsculo, así mismo, dada su complejidad temática esta película no es apta para niños y puede que deje chafados a muchos adolescentes. El prolífico Luc Besson en esta ocasión ha acertado y con este film los amantes de historias fantásticas diferentes y sesudas pueden estar de enhorabuena.

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